9 sept 2014

LAS UVAS SIN IRA



Ribera del Duero
Racimo, arracimado, amor arracimado
racimo de amor
toman felices el sol, es primavera
un riachuelo trota bajo las uvas
Uvas grandes, plenas
uvas pequeñas, prietas
uvas ya maduras, blandas
se visitan, se reúnen
celebran los cumpleaños
de vez en cuando, una boda
se agrega una uva de otro racimo
nacen uvitas
otras veces, oh no,
una uva cae al riachuelo
su ciclo ha terminado,
el racimo continua tomando sol y agua
disminuido y triste
pero, eso pasa en todos los racimos
es ley de vid
recolección, cuidado
desaparecen racimos enteros
garras humanas los arrancan sin piedad
esconderos, callad, ordena la uva jefe
por esta vez ha habido suerte
que pena, los vecinos ya no están
Ribera del Duero
racimo arracimado amor arracimado
racimo de amor
Pasan los meses
les abandona alguna uva anciana
caen y se deslizan corriente abajo
del racimo gotean zumos de dolor
los racimos contiguos van despareciendo
porque nosotros seguimos aquí?
una expedición sale a investigar
ya descubrieron el misterio
están ocultos por una gran mata de ortigas
son de difícil acceso
queda solo, racimo superviviente
ya no pueden matrimoniarse
no hay uvitas lloronas
el racimo comienza a clarear
una a una se despiden y se dan un baño helado
ya no hay alegría en el racimo
no hay fiestas ni celebraciones
solo recuerdos de uvas amadas
y .....
poco  a poco
danza macabra de dolor y muerte
caída libre hacia la mar
desaparecen casi todas
queda una
uva de dolor
uva de añoranza
uva triste
uva solitaria
llega la primavera
un colibrí, se acerca
la uva le pide le picotee el rabo
el colibrí la complace
la uva besa al riachuelo
ahora se siente feliz
Ribera del Duero
racimo desarracimado, dolor desarracimado
racimo de dolor

ARIZONA



Ringulera de arcos iris
explosión de movimiento y color
capturadoras de miradas ansiosas
artrapamariposas delicadas
ringulera de butacas
cómodas, giratorias, regulables
capturadoras de posaderas
placidez venenosa
ringulera de personas
tan cerca, tan lejos,
no se ven porque no se miran
ojos secuestrados
ringulera de brazos
codo contra codo
a veces se tocan
sus menten ni se enteran
ringulera de piernas
muslo contra muslo
roces involuntarios
inapreciados
ringulera de motivaciones
desamor, pérdida,
soledad, adicción
que mas dá, ocultismo
ringulera de retaguardias
deudas, embargos,
escasez, placer
ringulera de manos que introducen billetes
bocas de la verdad que engullen insaciables
temblor de manos
mentes poseídas por un solo objetivo
nada existe
ni a la derecha
ni a la izquierda
solo el frente
ese frente de color en movimiento
que hace olvidar la vida
ese frente de color en movimiento
que hace olvidar la muerte
bebidas gratuitas, comida
placeres añadidos,
no desabroches el cinturón
sigue, sigue
necesito más
ahora, si que me toca a mi
seguro
BINGOOOOOOOOOOOOOOOO
una sonrisa indisimulable
49 rictus de desesperación
sala de juego
recogedor de basuras humanas

2 sept 2014

CUATRO ESTACIONES

Invierno,
te espero, no llegas,
amor mío, mi amor.
¿ A que se debe tu tardanza?
Estoy preocupada,
me impaciento
vida mía,mi vida.

Me asomo a la ventana,
nadie,
bajo la farola,

una rata,
le echo de comer,
me besa agradecida,
le devuelvo el beso.

Atisbo en la oscuridad,
ni siquiera una sombra,
cariño mio, mi cariño.

Primavera, 

llama, tengo el teléfono en la mano,
su luz oscila, es mi temblor,
mucho tiempo de espera
amor mio, mi amor.

Me ha crecido el pelo
mi corazón late fuerte
vida mía, mi vida.

Abro la puerta,
no se arrastra ni una zapatilla,
sólo una cucaracha,
le echo de comer
me lanza un beso,
le devuelvo el beso,
cariño mio, mi cariño

Verano
¿Es posible?
Aquí sigo,

vestida de invierno
no me muevo,
amor mio, mi amor.
 

Un ruido, ¿serás tú?
Ventana abierta,
un murciélago.
Le echo de comer
me besa agradecido,
de devuelvo el beso
vida mía, mi vida.

Calor sofocante,
las lágrimas me refrescan,
la ciudad vacía
torna presto
cariño mío,mi cariño.

Otoño,

soy una sombra de lo que fuí
envuelta en polvo y telarañas
amor mio, mi amor.
ya no puedo más,
te necesito y te extraño.

En una telaraña, una araña
le doy de comer,
me besa agradecida,
le devuelvo el beso
le pregunto si te ha visto,
me teje un plano...
lo sigo,
vida mía, mi vida.

Un año de espera,
voy hacia tí
llego a la playa
no te veo
cariño mío, mi cariño.



Camino hacia el agua
sigo, sigo, adentro
claro, te gusta bañarte
pero ...
no te distingo
la luna esta en cuarto menguante
sigo, sigo
agua en la cintura
no te veo
agua en el pecho
no te distingo
agua en la barbilla
una silueta?
agua en la frente
ahora te veo
me abrazo a ti
me abrazas

TEMPESTAD DE HORMONAS.

Se les notaba a los dos nerviosos. Quizá más que nerviosos, inquietos, expectantes ante lo que pudiera sucederles. Lucía estaba sentada con la espalda envarada como dispuesta a dar un salto y salir corriendo, los pies cruzados sobre los tobillos y las rodillas juntas, muy juntas. Fernando sujetaba con fuerza las manos de Lucía entra las suyas y la miraba a hurtadillas intentando atisbar cualquier signo de alarma. Las mejillas pálidas como el mármol de Macael y los labios en huelga de sangre; tiritaba de tensión. Les sudaban las manos a los dos pero ninguno quería desembarazarse de la mano del otro.
- Tardan mucho – susurró Fernando en un suspiro
- Estas cosas llevan su tiempo Fernando, estate tranquilo, enseguida…
Y con el enseguida se abrió la puerta. Un enfermero de mediana edad con barba de un par de días y de forma aburrida cantó el nombre de Lucía.
Los dos se levantaron como impulsados por un resorte de relojería en el mismo momento. Se quedaron quietos delante de su asiento y el enfermero volvió a recitar el nombre de Lucía. Fernando en un hilo de voz preguntó si podía pasar él también.
- Si quieres, pero vamos que esto no es más que es positivo y nada más que decir. De aquí para adelante vosotros veréis.
Fernando sintió que le temblaban las piernas y le faltaba un milisegundo para derrumbarse. Sintió que la mano de Lucía se apretaba con la suya y se recompuso.
Como si fuese a morir rememoró en una ráfaga aquella noche en casa de Lucía, que sus padres habían salido a cenar. Escuchaban música y comían snacks. Y todo se precipitó.

II
Lucía y Fernando se conocían desde la guardería. Compañeros, nada más. De juegos y alguna vez en el parque con sus respectivos padres, que también eran conocidos de las esperas en la puerta de la guardería primero  y del colegio después. Cuando llegaron al instituto, las hormonas comenzaron a hacer de las suyas y el olor inconfundible de las aulas en críos de quince años les enloqueció como enloquece a cualquier chaval que comienza a abrir sus ojos a la vida real.
Miradas furtivas, sonrisas esquivas y charlas con amigas de lo tontos que se estaban poniendo los niños con esa edad, formaban parte del día a día del patio del colegio. Hasta que el simpático de turno tuvo la ocurrencia de levantar la falda de Lucía (podía haber sido cualquier otra) delante de toda la clase y a Fernando le subió la ira desde los talones hasta la cabeza donde le explotó, le hizo perder la cordura y se lanzó como un comando suicida sobre el tontorrón gordito y graciosillo y le machacó la cara a puñadas. Ni el mismo puso explicarse lo sucedido cuando el director le llamó a consultas y una vez venidos los padres se le condenó a tres días de expulsión. Las heridas del gordito chuflón tardaron unos días más en curar.
Esos tres días que Fernando permaneció castigado en su casa, Lucía no faltó a visitarle, sin saber como darle las gracias por la caballeresca defensa que había hecho de su honra y Fernando no cesaba de quitarle importancia protestando que habría hecho lo mismo en cualquier circunstancia sabiendo en sus adentros que era Lucía la que había despertado en él el instinto asesino.
De las explicaciones, agradecimientos y excusas pasaron a los silencios compartidos y a las lágrimas de emoción solo con mirarse los ojos. El primer beso sucedió con la naturalidad con que llueve en otoño y el contacto lubrico entre sus dulces lenguas con la que salen a continuación las setas. La collera estaba formada.
Cuando Fernando reingresó a las aulas pasado el castigo, oficializaron su relación mediante el incontestable método de darse la mano durante el recreo. Todo el mundo, claustro incluido, colocó la ultima pieza del puzzle que se empezó a formar cuando el chaval le rompió los morros al gordito guasón.

III
Salieron a modo de dos espectros pálidos flotando del centro sanitario donde acababan de desorganizarles su vida de adolescentes. Fernando a punto de cumplir los dieciocho y Lucía con dieciséis largos.
Deambularon cogidos de la mano sin hablarse, sin mirarse, sin atreverse a respirar siquiera hasta que Lucía rompió el velo espeso de incertidumbre.
- Yo lo quiero tener, porque es hijo tuyo.

IV
Estaban sentados en el sofá viendo la MTVy Fernando tenía el cuenco de las palomitas en su regazo. Lucía con intención o sin ella volcó el recipiente sobre el chico y se aprestó a recogérselas.
- ¿Esto tan duro que tienes aquí? – y soltó una carcajada por la ocurrencia y el atrevimiento.
- Tú eres la causante de la dureza. Estar a tu lado me pone loco – dijo esto mientras se rebuscaba en el pantalón dejando escapar su excitación dejándola a la vista de Lucía para inmediatamente esconderla – perdona, ha sido un impulso, lo siento…
- No, tonto – replico sonriendo la chica – si me gusta. Déjame que la vea otra vez.
Sin poder impedir el rubor en sus mejillas Fernando se descubrió su sexo. Lucía se lo tomó con cuidado entre sus dedos y lo acarició. El chico se estremeció entrecerrando los ojos sin saber si iría a morir o a quedarse en evidencia delante de su chica eyaculando como un principiante. Pero un fuego dentro de él le guió el cuerpo entero estrechándolo contra el de Lucía buscando instintivamente sexo a sexo. Lucía se dejó llevar y en instantes estaban los dos desnudos sobre el sofá con los acordes que MTV quería emitir como música de ángeles de fondo. Los cuerpos se acoplaron con sencillez inusitada, la que presta el amor expresado en forma de coreografía milagrosa en una ceremonia sagrada, la primera vez, y al tiempo, sin proponérselo alcanzaron los dos los firmamentos de todas las galaxias conocidas y por conocer, permaneciendo así, abrazados para toda la eternidad hasta que la tempestad de hormonas y edad cesó en su encono por hacer de ellos un obra maestra en carne que fuese atribuible a un Miguel Ángel.
Cuando volvieron en sí habían perdido la noción del tiempo, porque durante unos instantes ellos fueron el tiempo y el espacio fundidos en una sola dimensión, la del amor.
- Que hora será – preguntó Fernando
- Que nos ha pasado, más bien – corrigió Lucía.

V
 Ahora caminando sin saber bien que hacer cada uno por su lado meditaba la mejor manera de comunicar a los suyos que acababan de nacer seres nuevos, ellos dos y que gestaban un nuevo ser.