CONJURO
(ALAYA)Luna de cantosBolsillos de la nocheguardaCachos de marfil yazúcar negraTejensueños desgreñados y estrellasOjos sin alasCanto antorchaCanto bíceps tenazVoz equilibrioRastro de pan
¡ESTÁ VIVO, CABRONES!
Recorro una extensión yerma, un campo de albero reseco. Camino junto a una tapia encalada, con manchas ocres de tiempo y humedad y algunos desconchones donde la tierra se desprende. Bordeo este cementerio rural yendo al encuentro de mi tío. Lo encuentro envuelto en su sudario, aún limpio, Y con un cayado me señala que siga caminando hasta doblar la esquina.
Al salir de esta, Sevilla. Hay una procesión rodeada de una turba inquieta. Se trata de una piedad, pero entonces me fijo mejor y veo que el paso no es tal, sino un remolque agrícola, de los que se usan para transportar verduras. En brazos de la virgen, yace muerto Jesus desnudo. Me extraña que esté rapado y sin barba. Entonces hace un gesto levísimo, apenas un giro del cuello, y sé que está vivo y que van a matarlo. Corro, empujo, pierdo la chaqueta tratando de alcanzarlo y cuando llego consigo trepar el carro hasta arrodillarme a su lado. Cristo es bello. No abre los ojos, no dice nada, pero el rostro de Cristo refleja todo el dolor que siente. Entretanto, la procesión ha entrado en el matadero. Les grito desgañitado "¡Parad! ¡Está vivo, cabrones!", pero esos hombres no ven. Tienen una oquedad negra donde debían estar los ojos, y lo prenden. Me agarran y lucho contra todos, a golpes y con la garganta rota. Venzo a muchos hasta que me reducen y me encadenan. Desde ahí, puedo ver como descuartizan a Cristo aun vivo y comen su carne mientras lloro por la humanidad que perdimos.
Una de las fieles se acerca a mí con un trozo de su carne.
-Come!
Me niego.
-Come, o arderás en el infierno.
Despierto, y tal vez, esto sea el infierno, al cabo.
(BLUES).
SOLO ES UN SUEÑO.
Suena el despertador, un día más. A oscuras, tanteando buscas la luz que apague el maldito sonido. Te levantas, medio sonámbulo y te arrastras hasta el cuarto de baño para realizar el ritual de todas las mañanas.
Te diriges al cuarto de baño. Abres la tapa del váter y de forma automática descargas el líquido acumulado en la noche. El frío entra por tus pies.
Los cuartos de baño son fríos. Fríos en las superficies de loza blanca, fríos en los suelos de fácil limpieza, frío en el cromado de la grifería.
Apoyado en el lavabo, mirándote en el sucio espejo contemplas con desgana cada vez más canas, cada vez más arrugas y tus dientes…
Esos dientes que ya nunca serán blancos, esos que empiezan a moverse en su encía…Se mueve el incisivo, resbala, cae. Uno a uno empiezan a caer en cascada, chocando con la porcelana como un collar roto de perlas ensangrentadas.
Sin entender nada, sin dolor, recoges, uno a uno, cada diente, envueltos en papel higiénico, clavados en el puño vuelves a la habitación.
Acostado, apretando la mano contra el pecho apagas la luz.
Suena el despertador, un día más, el maldito sonido.
(Carmen Escalada)
DREAM A LITTLE DREAM OF ME
Abro los ojos y estoy flotando. No me sorprende verte a vos también. Suspendido entre motas de polvo y un denso vaho de calor. Pienso que es mejor, así no ensuciarás la alfombra. Las chicharras crujen todo lo crujible. Aunque también podrían ser los listones de madera, tu padre tocando la armónica, esa fastidiosa e incomprensible manía tuya de comer pipas y escupirlas, mi estómago enfrentándose a la posibilidad de escuchar una vez más la maldita frase que dice tenemos que hablar, cari. Algo está crujiendo en alguna parte. Entorno los ojos en un esfuerzo ridículo para discernir si es odio o felicidad lo que cae de tu cuerpo.
— ¿Qué significa esta falta de gravedad?— Preguntas secándote el sudor de la frente.
Yo me río con esa risita histérica de hiena alterada que tanto te irrita. Totalmente fuera de lugar. Quiero decir que este tiempo saxo nos está fagocitando, que este espacio entrompetado debería ser más serio. Los dos lo sabemos. Esta cámara lenta no es el final de una película con MegRyan. Tiene mucho riesgo equivocarse de guión, de banda sonora, meterse en el sueño de otro con compases ajenos. No me vas a sacar a bailar tampoco en este panorama onírico. Podrías tener ese detalle al menos.
No vamos a salvarnos. Aunque nos venga a rescatar la Fiztgerald. No finjas que este crujido es cosa mía. Algo sangra. Algo azul. Algo viejo. Algo arde aquí. Y somos vos y yo. Prematuros, frágiles, incapaces de controlar la temperatura, de digerirnos, de respirarnos. Las gargantas de todas las mujeres negras están en llamas esta noche. Prueba a desplegar tus párpados como quien pone la mesa un domingo a la mañana. Intenta que el sueño esta vez se quede dentro de tus párpados. Prueba a vivir sin blues. Yo me quedo aquí.
(la fea).
LA SIMPLEZA DE LA PERFECCIÓN.
LA SIMPLEZA DE LA PERFECCIÓN.
-No volverá a ocurrir- Esa frase era la que retumbaba en su cabeza justo cuando conseguía quedarse dormida.
Estaba curada y su cuerpo reaccionaba, ¡por fin!, al tratamiento. Podía correr, sus piernas obedecían. No había palidez en el rostro, ni ojeras, ni ríos de fluidos. Las mejillas sonrosadas y el color en los labios devolvían un aspecto saludable.
Caminaba de la mano de Martín por la Calle Ancha. Nadie la miraba ni ella miraba a nadie. La simpleza de la perfección.
Un, dos, tres…el suelo tembló. Un cimbronazo recorrió su cuerpo. Permaneció quieta. Miró a Martín, parecía sereno, le devolvió una sonrisa…Un, dos, tres…sacudida de nuevo. Un, dos, tres…
Todo se oscureció. Sus ojos la llevaron de vuelta. Despertó en su cama entre una maraña de cables y batas blancas que la llamaban. Dieciséis orfidales no habían resultado ser suficientes.
(Timidez y eso)
LA PRÓXIMA ESTACIÓN.
Por temas de trabajo siempre he tenido que viajar mucho, y lo hago la mayoría de veces en tren, ¡adoro viajar en tren!, ya, que leo, escribo, twiteo, observo los hermosos paisajes: algunas veces cubiertos de nieve y otras iluminados por los rayos del sol; esto hace que los viajes largos se conviertan en viajes muy cortos y agradables. Conozco muchas estaciones, grandes y chicas, pero casualmente sueño reiteradamente con una extraña estación que no conozco aún y que no sé si llegaré a conocer. Es tan extraña dicha estación que no sabría describirla con palabras, en ella se mezcla lo real con lo ilusorio, quizás existe o tal vez no.
¿Quién lo puede saber?
(LUSA)
PESADILLA RECURRENTE
Salgo a la ciudad envuelta en una extraña niebla que no huele a humedad sino a humo. Se escucha un estrépito de motores, bocinas y voces que no dicen nada. Sé que he estado antes aquí, pero soy incapaz de reconocer nada amistoso y camino deprisa hacia ninguna parte.
Me detengo frente a un gran edificio y su enorme puerta de cristal oscuro. A mi derecha un hombre con una pistola en la cadera pulsa un botón verde y la puerta se abre. No quiero entrar, pero entro. Estoy en una gran sala, me veo desde arriba haciendo algo que ni sé ni quiero hacer. Me rodea mucha gente que también hace cosas, posiblemente las mismas que yo. Todos tienen mi cara y esos ojos vacíos que, a veces, veo en el espejo. El tiempo no pasa, los segundos son perpetuos.
Una eternidad después, las luces se apagan y la gran puerta se abre. Corro a la calle. Ya es de noche, continúa el ruido y las voces que no entiendo, pero voy perdiendo el miedo. Al menos ahora sé hacia donde voy: de vuelta a casa.
Y no recuerdo más, porque me quedo dormido y acaba la pesadilla.
(keaton)
SOÑAR ME VIENE A PELO
Siempre he tenido un largo y espeso cabello. Lo digo de antemano por si algún interpretador de sueños intenta detectar carencias en este viaje onírico.
Un pelo me aplastaba. Todas las noches. Un pelo enorme, gordo y ondulado. Para una niña de seis años era demasiado peso. Intentaba sujetarlo para evitar la falta de aire una vez que mis músculos cedían por el esfuerzo. Todo era tensión, pánico, sudor. Y siempre finalizaba de la misma manera: resignación ante lo invevitable, abandono, descanso . Así, pequeñita como era, comprendía que no siempre la lucha llevaba al triunfo.
Al despertar, podía recordarlo todo con pelos (pelo, en este caso) y señales. Básicamente era un escenario diáfano en el que solo estábamos él y yo. Un cuerpo inerte encima de un cuerpecito lleno de vida. Angustiada, se lo contaba a mi madre. Ella decidió llevarme al médico al darse cuenta de que la pesadilla era reincidente.
Diagnóstico: terrores nocturnos. Algo debieron de darme para relajar mi cerebro por las noches porque poco a poco fue remitiendo la frecuencia de la pesadilla.
Con el tiempo, he sacado mis propias conclusiones. Creo que por esa época empecé a ser consciente de la caducidad de la vida. Un niño se cree inmortal. Y cuando descubre que la muerte te lo arrebata todo, no le hace ni pizca de gracia.
La pesadilla no volvió a repetirse, aunque la siga recordando con total claridad.
Del miedo a la muerte no me he librado desde entonces.
(PULPO).
Abrió los ojos y se encontró en un lugar oscuro y estrecho. Tocó a su alrededor y estaba suave. Las sabanas de su cama no eran de seda por lo que le extrañó ese tacto.
Llamó a su mujer pero no le escuchaba al parecer. Intento levantarse y se dio un golpe en la cabeza. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. No podía ser. Aquello tenía todo el aspecto de ser lo que era, pero “NO PODÍA SER”, y lo gritó con todas sus fuerzas. Al final se rindió a la evidencia. Era un ataúd y le habían enterrado. Pero no…, esto no era más que una broma de sus compañeros de partida de poker que se la habían jugado una vez más. “YA ESTÁ BIEN DE COÑA, LA BROMITA YA ME HA HECHO CAGARME DE MIEDO AHORA ABRIR LA CAJA, JODER” pero nadie atendía su requisitoria. “Abrirme por favor, abrir la caja ya” empezó a lloriquear de miedo y de rabia al tiempo que el corazón comenzaba a acelerarse y a sentir como que le daba saltos, mientras se olía sus propias heces.
Tan rápido se ponía el corazón y el espacio era tan pequeño que empezó a tener dificultades para respirar, empezó a transpirar fuertemente hasta que se encontró bañado en sudor. Llegó un momento en que el corazón le dio como dos saltos fuertes y se detuvo. Dejó de respirar.
El equipo de sanitarios daban masaje y masaje aplicando cardioversión a la máxima potencia sin que el corazón se pusiese en marcha, hasta que el jefe del equipo ordenó “Hora de la muerte”.
“¿Pero que ha pasado?” Preguntaba desesperada su mujer. “Estaba dormido tan tranquilo y empezó a agitarse como el que se encuentra encajonado hasta que se detuvo del todo y dejó de respirar”.
“No sé señora, un mal sueño quizá”
(Pedro)
ENCUENTRO EN EL ESPEJO.
REQUIEM POR UN SUEÑO.
ENCUENTRO EN EL ESPEJO.
Desde que falleció hace ya algunos años, a menudo sueño con él.
A veces veo su rostro difuminado, disperso entre sombras y lejano, muy lejano. Sin embargo, la otra noche su imagen fue de una asombrosa y pasmosa nitidez.
Me encontraba en el cuarto de baño, delante del espejo, pero en lugar de reflejarme yo en él, vi la cara de mi padre. Estaba frente a mí, mucho más joven que la última vez que le vi, y me escrutaba con sus grandes ojos negros. Me resultaba curioso que a pesar de mirarme de una forma bastante crítica e incisiva, me sintiese reconfortada y comprendida.
Tantos años quejándome de su fuerte carácter, de su temperamento… y allí, junto a ese espejo, comprendí que me había convertido en un clon de mi progenitor. Sin duda, si había alguien en este planeta tan visceral como lo había sido él, esa persona era yo.
Fue quizás esa noche, y puede que fuese gracias a ese sueño, cuando finalmente comprendí que era mucho más fácil criticar y juzgar a los demás, que analizarme y encontrarme a mí misma en el espejo.
(Ana)
REQUIEM POR UN SUEÑO.
Era tarde, aunque no más tarde que otra noche cualquiera, hacía garabatos sobre un folio en blanco. Dibujar le hacía calmar la zozobra provocada por la amarga vigilia.
Con suave trazo, el lápiz dibujaba una mano rodeando su templada cintura, una mano grande, una mano que traspasaba con su calor las entretelas consiguiendo que su vientre se inquietase.
Devoraba pacientemente la impaciencia a la espera de encontrarse con él, se había convertido en su amor, su credo, su religión y con voz temblorosa le susurraba siempre la misma oración:
Querido Lexa (acabado en “tin”):
Dulce compañía
Nunca me abandones
Ni de noche... ni de día.
(Olva).
Lo de María....
Lo de María....
CENIZAS SIN AMOR.
¿ Qué relate un sueño?
Difícil cosa pedís, mi dueño.
Soy mágico arrecife envuelto en la bruma.
Formado por capas de coral y espuma.
Ya no tengo pesadillas,
ni sueños, que maravilla.
Mis cenizas navegaron
y en este arrecife anidaron.
Siento el sol, me lame el mar
y espero que por azar...
Las cenizas de los que amé
se unan a mi otra vez.
Por eso día tras día
atisbo en la lejanía
Y lo que no llega espero
Y así, esperando, muero.
Ni sueños, ni pesadillas.
Solo anhelo, dolor y pescadilla.
(o
No hay comentarios:
Publicar un comentario