Begoña estaba casada con un hombre muy rico, riquísimo. Y muy mayor, mayor, mayorcísimo.
Tenían una hija de 12 años, Lucía.
Y tenían también un chófer muy apuesto, apuestísimo.
El chófer se llamaba Juan.
Begoña primero se encapricho de Juan, mas tarde lo amó locamente.
Entre los dos consiguieron que el viejo apareciese una mañana muerto en la piscina, corte de digestión por imprudencia, se dictaminó.
En el testamento del fallecido, dejaba como heredera universal a su hija. Begoña no recibía ni un maravedí, una coletilla que decía "que te mantenga el del coche fantástico".
- Cabrón, sabia todo, dijo Begoña.
- Pero seguimos con nuestros planes de boda ¿no?
Se casaron, pasado un tiempo prudencial, decidieron heredar de la niña, Lucía.
Pactaron una excursión, irían en coche a los acantilados para hacer fotos, con gran contento por parte de Lucía, al aparcar el coche, no pondrían el freno, se bajarían y la niña quedaría dentro, con la puerta bloqueada y se despeñaría.
Llegado el momento, Begoña no pudo salir del coche, su puerta estaba bloqueada también y madre e hija se precipitaron al vacío.
- Mamón, lo quiere todo para él, gritó Begoña.
- Jajajajajaj, dijo Juan
En el hospital la niña se debate entre la vida y la muerte. La madre es enterrada.
Juan visita a la niña todas las mañanas. Le lleva una muñeca Barbie que fue de Begoña.
Lucía adora a su muñeca, la enseña a médicos y enfermeras.
- No hay otra igual, decía con orgullo.
Lucía se va recuperando, de día en día mejora y su estado de animo es inmejorable.
- Que extraño que no pregunte por su madre, se dicen los médicos y que esté contenta.
Pasados dos meses, intentan comunicarle el fallecimiento de su madre, y ella contesta:
-Mi mamá muerta?, pero si me visita todas las tardes y pasa conmigo la noche y me dice que tenga cuidado y que la perdone. Me besa y me dice que la ayude a vengarse.
De hecho, la mujer de la limpieza, al ser preguntada, dice que todas las mañanas aparecen unas huellas de barro en la habitación.
Otro día dice la niña,
- mi mama se ha llevado la muñeca.
A la vista de estos comentarios de Lucia, Juan, alegando demencia de la niña, intenta ser su tutor y así poder manejar el dinero. Los médicos están de acuerdo.
La niña al enterarse, dice a los médicos que no, que su mama está viva y que no quiere tutor.
Para convencerla, se decide exhumar el cadáver.
Juan acude al cementerio encantado, se exhuma el cadáver de Begoña, el cuerpo ya putrefacto, mantenía una sonrisa y apretada al pecho, la muñeca exclusiva.
Juan, por el impacto visual, cae en la fosa, encima de Begoña.
En ese momento, ante el estupor general, el brazo izquierdo del cadáver rodea el cuello de Juan que es rebanado con un estilete oculto en la Barbie.
Se desangra, aleteando como una gallina y gritando de terror, mientras de debajo de su cuerpo, una estruendosa carcajada se deja oír.