LA MECEDORA MECIDA.
Todo comenzó con un golpe de sillón, era un día de esos que no para de chispear y como no, de chisporrotear, dolía tanto que incluso me entraron ganas de llorar, me acordé cuando mis niños eran pequeños y se caían, yo salía corriendo y les decía siempre lo mismo: "Sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana". Luego los cogía en brazos, les cantaba y los mecía hasta que todo pasaba.
En lo que estaba allí sentada aplicándome un mejunje, recordé que por casa rodaba la mecedora de mis abuelos, pregunté a mi madre si sabía por algo de ella, y la respuesta fue la de siempre, se la había llevado mi hermana.
Necesitaba saber de aquella mecedora donde de pequeña había pasado tan buenos ratos, así que cogí el teléfono y pregunté a mi hermana, la respuesta fue la de siempre, se había puesto a repararla y al final no le gustaba como había quedado ¡Que manía con quitarle ese toque añejo a las cosas antiguas!.
Me senté y empecé a preguntarme ¿por qué dejamos de mecernos según nos vamos haciendo mayores? Porque eso de que te de mecidas el viento está muy bien pero... cuando sopla frío, te hielas y cuando hace calor , te abrasas, no lo sé , quizás sea una cuestión de peso o de volumen o ambas cosas...¡ yo que sé! Lo triste es que dejamos de hacerlo.
Y así es como he llegado a la conclusión de que deseo que todo el mundo tenga su mecedora, yo la mía la quiero como la de mi abuela: de olivo , hecha a mano, la tela de lona que aunque fuerte iba cediendo con el tiempo hasta amoldarse al cuerpo, como aquella en la que cogía el sueño rápido al compás de sus mecidas.
Todo comenzó con un golpe de sillón, era un día de esos que no para de chispear y como no, de chisporrotear, dolía tanto que incluso me entraron ganas de llorar, me acordé cuando mis niños eran pequeños y se caían, yo salía corriendo y les decía siempre lo mismo: "Sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana". Luego los cogía en brazos, les cantaba y los mecía hasta que todo pasaba.
En lo que estaba allí sentada aplicándome un mejunje, recordé que por casa rodaba la mecedora de mis abuelos, pregunté a mi madre si sabía por algo de ella, y la respuesta fue la de siempre, se la había llevado mi hermana.
Necesitaba saber de aquella mecedora donde de pequeña había pasado tan buenos ratos, así que cogí el teléfono y pregunté a mi hermana, la respuesta fue la de siempre, se había puesto a repararla y al final no le gustaba como había quedado ¡Que manía con quitarle ese toque añejo a las cosas antiguas!.
Me senté y empecé a preguntarme ¿por qué dejamos de mecernos según nos vamos haciendo mayores? Porque eso de que te de mecidas el viento está muy bien pero... cuando sopla frío, te hielas y cuando hace calor , te abrasas, no lo sé , quizás sea una cuestión de peso o de volumen o ambas cosas...¡ yo que sé! Lo triste es que dejamos de hacerlo.
Y así es como he llegado a la conclusión de que deseo que todo el mundo tenga su mecedora, yo la mía la quiero como la de mi abuela: de olivo , hecha a mano, la tela de lona que aunque fuerte iba cediendo con el tiempo hasta amoldarse al cuerpo, como aquella en la que cogía el sueño rápido al compás de sus mecidas.
LA MECEDORA ELÉCTRICA.
Todo terminó con un golpe en la nuca, zas. Se lo endiñé por gilipollas, por no quererme dar el dinero de la caja registradora.
Y luego le dije al imbécil herido lo que solia decir a mis hijos cuando lloraban porque tenían hambre: sana, sana, pelotas de sapo, si no comes hoy, comerás mañana.
Na, me trinca la bofia, y me condenan a la mecedora eléctrica, o silla, no se.
Una mecedora teníamos en mi casa, era de mi abuela y mi hermano, el drogadicto, escondía en ella la droga, cuando venía a hacer registros la poli, dejaban tranquila a mi abuela, que en su juventud había sido puta de carretera.
Total, que un día mi otro hermano, el sicario, coge la mecedora y a la abuela y las y las tira a un basurero porque dijo olia a orines. Mi abuela, mientras se deslizaba entre ratas y preservativos usados se cagó en sus muertos, en los de su nieto quiero decir, que eran los mismos muertos que los de ella, los de mi abuela quiero decir, asi que como a ella le faltaba poco para palmarla, se cago en ella misma, no se si se me sigue el razonamiento.
Bueno pues cuando mi hermano el camello, se enteró de la desaparición de su "tesoro", se lió a hostias con el sicario y se asesinaron mutuamente, uno pego un tiro y el otro, otro tiro, se cruzaron los tiros y pajaritos los dos.
En las noticias de la tele comentaban que en un vertedero corrian enloquecidas ratas y gusanos, como si estuviesen drogotas, el listo del congreso hablaba de mutaciones.
A todo esto, dejo preñada a mi madre, y mis hijos-hermanos de tres años, son los que lloraban pidiendo comida.
Ahora estarán ya muertos de hambre porque se quedaron solos en la chabola inmunda, a mi madre la vendí a un moro que le gustaban negras y gordas.
Por cierto soy negro.
Y cuando se acabo el dinero de la venta de mi madre, me dediqué a atracar tiendas porno.
Y ahora espero la mecedora.
una mecedora que mece sobre todo a negros, los negros no suelen tener atenuantes.
Una última cena, a mi elección, me he puesto pio. He comido como nunca en mi vida de hambre y penurias. Y bebido champagne, por primera vez en mi vida.
Luego ha venido una cosa rara vestida de negro y me decía hijo mío, triste gracia que ahora me entero de quien es mi padre.
Total, me sientan en la mecedora, tiene un gorro, que me lo calzan, supongo que por si llueve.
Después me atan brazos y piernas, supongo que para que no me caiga con el bamboleo de mecerme.
Y na mas, de pronto, un fogonazo, se me queman los pelos de las pelotas, pienso que ha caído un rayo, mala folla. Pero no, no es un rayo es una putada que me hace la sociedad, me están asesinando, me queman por dentro, me orino, me cago encima y me convulsiono.
¿Por qué? ¿Por ser negro y pasar hambre toda la vida? Pues mira, mejor estoy muerto ¿Te enteras Obama?
Y tu...Te metes tu mecedora por donde te quepa.
Todo terminó con un golpe en la nuca, zas. Se lo endiñé por gilipollas, por no quererme dar el dinero de la caja registradora.
Y luego le dije al imbécil herido lo que solia decir a mis hijos cuando lloraban porque tenían hambre: sana, sana, pelotas de sapo, si no comes hoy, comerás mañana.
Na, me trinca la bofia, y me condenan a la mecedora eléctrica, o silla, no se.
Una mecedora teníamos en mi casa, era de mi abuela y mi hermano, el drogadicto, escondía en ella la droga, cuando venía a hacer registros la poli, dejaban tranquila a mi abuela, que en su juventud había sido puta de carretera.
Total, que un día mi otro hermano, el sicario, coge la mecedora y a la abuela y las y las tira a un basurero porque dijo olia a orines. Mi abuela, mientras se deslizaba entre ratas y preservativos usados se cagó en sus muertos, en los de su nieto quiero decir, que eran los mismos muertos que los de ella, los de mi abuela quiero decir, asi que como a ella le faltaba poco para palmarla, se cago en ella misma, no se si se me sigue el razonamiento.
Bueno pues cuando mi hermano el camello, se enteró de la desaparición de su "tesoro", se lió a hostias con el sicario y se asesinaron mutuamente, uno pego un tiro y el otro, otro tiro, se cruzaron los tiros y pajaritos los dos.
En las noticias de la tele comentaban que en un vertedero corrian enloquecidas ratas y gusanos, como si estuviesen drogotas, el listo del congreso hablaba de mutaciones.
A todo esto, dejo preñada a mi madre, y mis hijos-hermanos de tres años, son los que lloraban pidiendo comida.
Ahora estarán ya muertos de hambre porque se quedaron solos en la chabola inmunda, a mi madre la vendí a un moro que le gustaban negras y gordas.
Por cierto soy negro.
Y cuando se acabo el dinero de la venta de mi madre, me dediqué a atracar tiendas porno.
Y ahora espero la mecedora.
una mecedora que mece sobre todo a negros, los negros no suelen tener atenuantes.
Una última cena, a mi elección, me he puesto pio. He comido como nunca en mi vida de hambre y penurias. Y bebido champagne, por primera vez en mi vida.
Luego ha venido una cosa rara vestida de negro y me decía hijo mío, triste gracia que ahora me entero de quien es mi padre.
Total, me sientan en la mecedora, tiene un gorro, que me lo calzan, supongo que por si llueve.
Después me atan brazos y piernas, supongo que para que no me caiga con el bamboleo de mecerme.
Y na mas, de pronto, un fogonazo, se me queman los pelos de las pelotas, pienso que ha caído un rayo, mala folla. Pero no, no es un rayo es una putada que me hace la sociedad, me están asesinando, me queman por dentro, me orino, me cago encima y me convulsiono.
¿Por qué? ¿Por ser negro y pasar hambre toda la vida? Pues mira, mejor estoy muerto ¿Te enteras Obama?
La primera silla eléctrica, usada en la ejecución de William Kemmler en 1890.
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