No pretende mi tribuna ser un altar de verdad,
sino de dudas, de miedos y de sueños.
Qué grima me da la verdad absoluta
y más los que la esgrimen como salvadores de
un mundo, dando mandobles a diestro y siniestro
un mundo, dando mandobles a diestro y siniestro
y caiga quien caiga.
No quiero que den respuestas a mis sentidos,
no quiero.
No deseo un plan perfecto, no deseo.
Sólo me siento vivo si mis tripas hacen versos,
si imagino.
Despertar a su lado descubriendo cada día,
un mohín, un gesto, una caricia, un desapego.
Idear cada mañana sin planes previos a su risa.
Y si hablo de ideales…
Mejor lo dejo para otro día,
que ya hay respuestas para todo.
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