Esta experiencia deberá ejecutarse,
como se dice, en las horas de los planetas, cerca del solsticio de verano, después
de las doce de la noche. Antes de iniciar el trabajo, y una vez que todo se
tenga preparado, se dirá la siguiente invocación:
«Atha, Milech, Assermaloch, Baarel, Emod, Egen, Gemos.
A todos vosotros, espíritus
invisibles, que recorréis sin cesar el firmamento y todo lo creado, quiero
invocar en esta hora para que me adornéis, si me halláis suficientemente digno,
de vuestras alas poderosas a fin de que pueda conocer la fuerza y eficacia de
este experimento. También acudo a vosotros, Loh, magnánimos, Eloy, Zenath y
Adonay! suplicándoos reverentemente me dotéis de la virtud necesaria para que pueda
perfeccionar esta obra que deseo ejecutar y llevar a buen término».
Después
de dichas estas palabras, se tomará la espada con la mano izquierda, presentándola sucesivamente a los cuatro
puntos cardinales, o sea al Oriente, Poniente, Mediodía y Norte, y se dirá a la
vez:
«
Ya es llegada la hora de que este experimento se termine nada hay que me ligue
a la tierra; sólo me falta que vosotros, espíritus invocados en este supremo
instante, me adornéis de las alas impalpables y potentes para poder navegar a
vuestro lado, Jot, Jot, Jot, ordena a los espíritus que cumplan mi deseo».
Extenderás las manos al aire, cerrarás
los ojos, concentrando todo tu espíritu en el vuelo que en breve podrás notar
perfectamente que estas volando. Durante el viaje cuidarás de no abrir los
ojos, pues si olvidaras ese detalle caerías irremisiblemente desde la altura,
donde estuvieres, seguramente sería el último instante de tu vida. Cuando quieras
que termine esta experiencia dirás:
«Cese ya mi viaje y reposen mis pies de nuevo en el
mismo punto de donde he salido».
Al momento notarás que ya te encuentras en
tierra,
pudiendo entonces abrir los ojos sin cuidado ninguno.
Para este experimento es conveniente prepararse un
vaso grande de vino, en el cual se echará una copa de licor y se beberá en tres
veces, en los intermedios de las invocaciones. Si la concentración de espíritu
se hace con gran fuerza de voluntad, notareis cosas maravillosas; pero si no se
concentra bien, será difícil que llegue a feliz término la experiencia.
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