4 may 2014

EL PERIPLO DE DOS PEDOS. (Segunda parte).



Que viaje, pobrecillos, lo de las parejas del arca de Noé, un crucero, menudos botes y aquel olor a leche mala o “mala leche”, según se mire, claro, cada cárcel tiene lo suyo, la mierda, aunque mierda, no huele toda igual.
-Su santa madre nos informó de que nos iba a hacer una visita, lo estábamos esperando.
-Me lo imagino, avise a monseñor de que estoy aquí.
-Ahora mismo, acomódese.
Durante la espera repasa la habitación mientras se toca la tripa con cara de malestar, levanta la pierna derecha (No podía ser la otra, seguro que andaba cojo de la izquierda) pone cara de apretao … ¡Zaaaaaaaassss¡ Robustiano y Fina salen ¡Cagandooo lecheees! (nunca mejor dicho) Empieza a hacer movimientos extraños con la nariz y aire con el sombrero y ellos con cara de pedo enfadao y a merced de las corrientes que estaba formando. Encima de todo lo que habían tenido que aguantar en aquella cárcel y parecía que los quería borrar del “mapa de los aires”.
Entra monseñor o lo que fuese aquello, esto sin acritud, eeeh, pero es que debe ser difícil para dos seres que acaban de llegar al mundo semejante espectáculo para sus retinas, un señor de avanzada edad, corpulento, orondo con esas vestimentas, oropeles y algo parecido a  medio coco, encasquetado en la coronilla. Luego si salimos un poco pallá, la culpa,  el golpe con la pila bautismal o que nos pisó un pavo al nacer.
Monseñor se acercó y con voz pausada y dulzona, lo saludó extendiendo su mano a lo que el otro le respondió besándole un anillo. Fina y Robustiano habían quedado suspendidos a la altura de la cara de monseñor y desde allí contemplaban la escena.
Charla distendida, aunque contenida, halagos de un lado y otro. (Lo que viene siendo gayolearse mutuamente) Y así en un ratito corto “el monseñor” con mucho guante, despachó al señoritingo, no si antes trincar el sobre que la “Santa madre” de este señor, le había enviado.
Una vez que se quedó solo, con cara sonriente, de las de estar bien satisfecho, se echó una copa de anís, se la tomó y quedó dormido. Parecía que se iba a trasponer en cada Ronquido y en uno de ellos, Robustiano y Fina….¡Pá dentro!
Que cárcel aquella, estaba llena de pedos morados, parecían abducidos, no pensaban, habían perdido la capacidad de comunicarse. Ese olor a incienso era infumable, que ambiente más cargado,  (Y para que digan esto dos pedos; imaginaos), apenas se podía respirar, habían perdido la noción del tiempo, comenzaban a cambiar de color, cuando de pronto…Raaaaaaaaaas…-¡Pedos fuera!.
Y allí estaban otra vez Fina y Robustiano, entre arcadas, asfixia, sin saber, pero aliviados y cuando ya pudieron desintoxicarse un poco….
-Chico, lleva esto al banco y ya sabes, se lo tienes que entregar en mano a Emilio el de los Botines.
A la que “el monseñor” con gesto pausado le extiende la mano al chico para que bese el pedrusco, este rapaz listo donde los hubiese, haciendo como que va a estornudar, toma aire y se traga a “nuestros” pedos y por supuesto perdigonea la mano, como mandan los cánones del estornudo bien pegao y sale corriendo….
-¡Ven aquí, granuja!
-¡Adiós!
Que cárcel, no había nada….-Ecoooo, ecooo….Pero por lo menos el aire era limpio y así, de bote en bote, en aquel alegre vacío llegaron a su siguiente destino.
-Busco a Don Emilio, le traigo algo de parte de monseñor.
Aparece “Emilio el de los botines” con cara fanfarrona, puro en mano, el chico saca el sobre y se lo acerca, el de los botines, con toda su mala baba hace como que lo va a coger y lo deja caer y ante semejante arrogancia, el chico listo se da ligeramente la vuelta, se agacha a recogerlo y ...Raaaaaas…Robustiano y Fina a la rúe, sale corriendo…
-¡Pillastre! ¡Ya te cogeré!
Nuestros pedos sorprendidos pero divertidos ven como se aleja su pequeño y limpio héroe. El otro con cara de mosqueo recoge el sobre, al incorporarse, se atusa el bigote y mirando el  “botín” sonriente, da una calada al puro y al tragar el humo…..Si, lo que estáis pensando, eso mismo, Fina y Robustiano ¡ A prisión!
Que olor a podrido, a corrompido, mucho peor que un estercolero. Allí, permanecieron juntos y sin moverse, temían mancharse con tanta mierda. Notaron como este se dirigía a algún sitio….
-¡Ve quitándote la ropa! Quiero que te dejes solo los botines, me hacen gracia. Has sido muy malo, te voy a dar pal pelo, pero bien!
-Si, si…he sido muy malo….¡Castígame!
Fina y Robustiano aunque no podían ver, imaginaban, que para algo los pedos tienen imaginación…¡Ay el de los botines!...Que poco insumiso era.
-No ha estado mal, toma, la próxima un poco más fuerte.
-jajajajaja…Será un placer.
Oyen como abandona la habitación y al abrir la puerta….
-¿Monseñooor?…
-No nos hemos visto, mañana te quiero en misa.
No os quiero ni contar la noche que pasaron Fina y Robustiano, larga noche donde las haya, hasta que comenzó el movimiento de nuevo…
-Cariño, no te escuché llegar anoche.
-Llegué muy cansado, un día muy duro de trabajo, no te quise despertar.
-No te preocupes la niña está preparada ¿Vamos?
Emilio el de los botines paseaba orgulloso con su mujer y su hija, la niña muy mona ella y caprichosa, vio un hombre que vendía globos y se le antojó y claro, su papá no se podía negar. Se acercaron y le pidieron uno. Encendió un motor y el de los botines (listo de cojones) aprovecho el ruído para …..Raaaaaas….Si, se rajó y otra vez Fina y Robustiano libres. Poco tiempo les duró, aquella máquina infernal los succionó, ¿Qué pasa? ¿Qué invento es este? (a lo Saritísima). Flotaban, cual Pompa de jabón, que sensación mas placentera aquella, esta cárcel era una gran ventana, podían ver todo.
La niña, jugó, hasta que se cansó y dejó escapar el globo, subía y subía, cada vez se veía todo más pequeño, llegaron a un cielo de algodón y continuaron subiendo y subiendo, hasta que llegaron a un firmamento tapizado de estrellas, que maravilloso estar allí, en medio de la nada y tan rodeados de todo.
De repente una estrella fugaz pasa por su lado dejando un rastro de chispas, una de estás alcanza aquella cárcel  convirtiéndola en una bella llama de colores….si, incluidos, nuestros pedos. Desde abajo la carcelera de Fina, el carcelero de Robustiano y el chico listo, contemplando todos el cielo en ese mismo momento,  pidieron un deseo…..Todavía no se ha cumplido, siguen existiendo carceleros.
Ojalá se cumpla!  
FIN.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia o producto de un buen "pedo".




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