Se habían hecho novios sin pensarlo ni pretenderlo, sin ni tan siquiera hablarlo, las risas debajo del olivo fueron suficientes. Termina la temporada de aceituna, el se tiene que ir a trabajar a Francia, aquí no hay nada, es el mayor de cinco hermanos y en su casa hace falta dinero, quedan en escribirse.
Ella vive en un cortijo y allí el correo no llega así que lo lleva el panadero del pueblo, pasado un tiempo, ella no recibe cartas, él tampoco, como no tienen otro medio para comunicarse lo dan todo por acabado y aquí termina esta historia. Al mucho tiempo, por un amigo en común se enteran de que el panadero estaba enamorado de ella, queda claro porque las cartas no llegaban a ningún destino, ya era tarde y es aquí donde comienza su verdadera historia de amor, la de él…
Vivían en el mismo pueblo y no se habían visto nunca, tuvo que ser ese día, como dice Serratito “caprichoso el azar. Se conocieron un día de los difuntos en el cementerio, no es lo normal, ni el sitio, ni el día, mas bien suena patético, pero era lo que había por aquel entonces, el caso es que el cura estaba cantando misa con voz de oso cuando ella siente que la observan, se cruzaron sus miradas, fulminante. Aquella noche como era “día festivo” la dejaron salir, paseaba con dos amigas, otra vez aparece el, se dirige hacia donde ella se encuentra, toda nerviosa se coloca en medio y las agarra del brazo, él es atrevido en estas cuestiones, viene decidido, le dice que quiere hablar, ella después de hacerse de rogar…no mucho, accede. Él le explica que al día siguiente se tiene que marchar a Francia, que podían cartearse, le responde que no, que no quiere, aunque la verdad era otra, ella tenía un pequeño secreto, no le da la dirección. Él no puede dejar de pensar en su nena, la de los ojos más grandes y vivos que había visto nunca, así que se las ingenia y al poco tiempo ella comienza a recibir cartas, con la primera lloró emocionada, no la esperaba y tampoco había podido dejar de pensar en su nene, el de la sonrisa socarrona.
Se cartean un tiempo hasta que ella en una de estas decide contarle su pequeño secreto, avergonzada le confiesa que las cartas las escribe su vecina Leonor, apenas sabe leer y escribir. En la siguiente que recibe le da instrucciones, las cartillas que tiene que comprar y lo que tiene que hacer, aquella misma tarde lloviendo y con fiebre toda ilusionada va a la tienda...
Al poco tiempo él recibe una carta muy cortita, al final de ésta pone: “Y esto no lo ha escrito Leonor, lo he escrito yo”. Apenas se entiende, está llena de faltas y el trazo tembloroso, le hace creer que lo ha entendido todo muy bien y le pide que le mande todos los días una aunque sea cortita y así lo hizo ella.
Ahora tiene 81 primaveras, lee y escribe perfectamente, me cuenta que las cartas al trasladarse de ciudad se perdieron y que le daba mucha vergüenza que las leyese la vecina porque él era especial, no era como los demás, era un poeta. Perdidas en algún sitio, presentes hasta la última letra en su cabeza, es muy vergonzosa y sólo se ha atrevido a desvelarme que todas comenzaban de la misma manera...
18-03-1959Ella vive en un cortijo y allí el correo no llega así que lo lleva el panadero del pueblo, pasado un tiempo, ella no recibe cartas, él tampoco, como no tienen otro medio para comunicarse lo dan todo por acabado y aquí termina esta historia. Al mucho tiempo, por un amigo en común se enteran de que el panadero estaba enamorado de ella, queda claro porque las cartas no llegaban a ningún destino, ya era tarde y es aquí donde comienza su verdadera historia de amor, la de él…
Vivían en el mismo pueblo y no se habían visto nunca, tuvo que ser ese día, como dice Serratito “caprichoso el azar. Se conocieron un día de los difuntos en el cementerio, no es lo normal, ni el sitio, ni el día, mas bien suena patético, pero era lo que había por aquel entonces, el caso es que el cura estaba cantando misa con voz de oso cuando ella siente que la observan, se cruzaron sus miradas, fulminante. Aquella noche como era “día festivo” la dejaron salir, paseaba con dos amigas, otra vez aparece el, se dirige hacia donde ella se encuentra, toda nerviosa se coloca en medio y las agarra del brazo, él es atrevido en estas cuestiones, viene decidido, le dice que quiere hablar, ella después de hacerse de rogar…no mucho, accede. Él le explica que al día siguiente se tiene que marchar a Francia, que podían cartearse, le responde que no, que no quiere, aunque la verdad era otra, ella tenía un pequeño secreto, no le da la dirección. Él no puede dejar de pensar en su nena, la de los ojos más grandes y vivos que había visto nunca, así que se las ingenia y al poco tiempo ella comienza a recibir cartas, con la primera lloró emocionada, no la esperaba y tampoco había podido dejar de pensar en su nene, el de la sonrisa socarrona.
Se cartean un tiempo hasta que ella en una de estas decide contarle su pequeño secreto, avergonzada le confiesa que las cartas las escribe su vecina Leonor, apenas sabe leer y escribir. En la siguiente que recibe le da instrucciones, las cartillas que tiene que comprar y lo que tiene que hacer, aquella misma tarde lloviendo y con fiebre toda ilusionada va a la tienda...
Al poco tiempo él recibe una carta muy cortita, al final de ésta pone: “Y esto no lo ha escrito Leonor, lo he escrito yo”. Apenas se entiende, está llena de faltas y el trazo tembloroso, le hace creer que lo ha entendido todo muy bien y le pide que le mande todos los días una aunque sea cortita y así lo hizo ella.
Ahora tiene 81 primaveras, lee y escribe perfectamente, me cuenta que las cartas al trasladarse de ciudad se perdieron y que le daba mucha vergüenza que las leyese la vecina porque él era especial, no era como los demás, era un poeta. Perdidas en algún sitio, presentes hasta la última letra en su cabeza, es muy vergonzosa y sólo se ha atrevido a desvelarme que todas comenzaban de la misma manera...
Amor:
Llegas todos los días con la puesta de sol, siempre eres tú…
Durante 31 años estuvieron juntos, hasta que él, abrazado a ella partió, ese fue su último viaje.
Precioso Olva, que bonito recuerdo
ResponderEliminarbesos (Maggie7)
Precioso Olva, que bonito recuerdo
ResponderEliminarbesos (Maggie7)