-Introducción:
Me indica mi editor,
-"el apartado dos rombos necesita compensarse, prepara un escrito erótico"
-"einnnnnnnnn?", me digo a mi misma. A él le digo, "a sus órdenes"
-"sí, para esta noche, cuenta alguna experiencia tuya de sexo y acabas rápido"
-"vale, de sexo soy la ama, glup", pongo un mail, jefe.
Desarrollo:
Ante la cuartilla, rememoro. Hace tanto tiempo de todo. Y cuando digo de todo, es de todo.
Sexo?, erotismo?, creo esto tiene relación con las zonas bajas del cuerpo humano.
Pero, no me acuerdo con detalle.
Abajo, en la entrepierna, zona alta de los muslos, tengo los restos prehistóricos de una grieta, pero ya, ni siente, ni padece, esta mas bien despelujá y seca. Antes no, su aspecto era lustroso y exuberante, era la selva amazónica, ahora es el desierto del Gobi, no llueve nunca.
Hace lunas, veía una peli, (en pocas con la censura), o leía un libro, por ejemplo "Decamerón", y me pegaba un cosquilleo en la zona descrita como grieta. Sigamos, el cosquilleo, podía llegar a algo más con hábil manipulación, asunto que después había que explicar a D. Leo, capellán sin capilla, hijo de su tiempo, anclado en la edad de las catacumbas y supongo se ponía cachondo y tenía que confesarse.
Esto anteriormente descrito, hubiera sido más morboso y placentero con un espécimen del sexo opuesto, pero, pues que no se dio la ocasión. Mira, la experiencia erótica más fuerte que tengo con un ser humano es la que sigue.
Desenlace:
En la Academia San Luis, primera planta, escalera de caracol. La narradora, veinteañera y gordita. Le gusta mucho un chico de clase que se parece a Miguel Ríos. Es de un pueblo de Navarra y está de patrona haciendo el peritaje mercantil, donde la narradora le ha conocido.
El Miguel Ríos de Turno, ni ha reparado en su compañera de clase.
Una tarde cualquiera, nuestra protagonista empieza a subir las escaleras de la academia, lleva trenca marrón, falda cortita y botas. A mitad de las escaleras, observa que entra en el portal su amado con dos amigos y comienzan a subir detrás de ella.
Terror, le van a ver las piernas por detrás y puede que parte del muslamen al estar ella arriba y ellos abajo. Insoportable idea. La ágil gacela, comienza a correr para alcanzar el recodo y no la vean, la idea es inmejorable pero...
Tropezón en el peldaño, caída de bruces, las faldas arriba, culo al aire. Llega el trío y tienen que salvar, por la derecha, una masa informe, caída, enseñando las bragas, humillada y además, gorda.
Donde está aquí el erotismo? Pues que años después, una piensa, igual alguno de los tres tenía fantasías y le ponían los culos gordos y bragas de algodón y tuvo una erección.
Epílogo:
Me contesta mi editor al mail y me dice me vea una peli porno y tome apuntes para el próximo escrito y que este mes no cobro y que le enseñe un día mis bragas que siente curiosidad.
PD:
El Miguel Ríos era bajito (muy) y le faltaba una muela, volvió a su pueblo a sembrar espárragos (literal). No sé que me gustó de él.
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