Desayunaban juntos, como cada día desde hacía 15 años.
Carlos revolvía el café haciendo ruiditos con la cuchara, cosa que sacaba de quicio a Charo. Ella intentaba ignorarlo mientras mojaba la magdalena en la leche, muy despacio, hasta que se le rompía y caía dentro, cosa que Carlos no soportaba. Él también intentaba ignorarlo leyendo el periódico, sin decir nada, cosa que a Charo le molestaba en extremo, tanto que sus tacones, nerviosos, empezaban a golpear el suelo, cosa que a Carlos le despertaba ansias asesinas.
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